Pueblo desafía consumismo con trueque

En Urachiche, un pequeño pueblo del occidental estado Yaracuy, se han tomado al pie de la letra los consejos del "máximo líder de la revolución bolivariana" y han revivido una práctica ancestral de intercambio: el trueque. Neris Pineda, de 52 años, se levantó el domingo temprano y junto a su marido, Tito Quiroz, se apertrecharon de los productos naturales que cultivan en su pequeña finca para bajar a un peculiar mercado en este enclave de 23.000 habitantes. Ya saben que volverán a casa sin dinero, pero contentos. "El trueque no es sólo el intercambio de mercancías, es un intercambio de valores, de solidaridad, de amor, de amistad.

La idea es integrarse a la comunidad," explica mientras saca de su cesto cambures (bananas), café y unos ramilletes de eucalipto. Música del activista de izquierda venezolano Alí Primera y del cantautor panameño Rubén Blades amenizan la frenética actividad de medio centenar de "prosumidores," que pululan alrededor de las mesas charlando animadamente mientras ojean las mercancías que, curiosamente, no están a la venta.

"Nos llamamos prosumidores porque reúne en la misma palabra productor y consumidor, mientras que el sistema capitalista nos divide: producimos en un lado y consumimos en otro," explicó Pablo Mayayo, que ayudó a crear el Mercado Comunitario de Urachiche aportando los conocimientos que extrajo de experiencias similares en su natal Argentina y en Colombia.


La lionza contra el dinero

La idea del trueque la lanzó el propio Chávez, sin mucha elaboración, hace dos años: crear una moneda alternativa para fomentar el trueque de servicios y productos elaborados por cooperativas mediante monedas comunitarias circunscritas a un área geográfica específica y con limitaciones temporales. Otros programas piloto en el país tuvieron escasa relevancia. Pero en Urachiche dicen que el trueque llegó para quedarse y aunque el mercado cuenta con poco más de un centenar de miembros -entre particulares y cooperativas-, los responsables del proyecto dicen que aumenta cada semana.

Harina, frijoles, aguacates, jugos, fundas para los celulares tejidas a mano, libros, lapiceros, dulces típicos, camisas, salsa de tomate e incluso la tan buscada leche, que en los últimos meses ha brillado por su ausencia en los anaqueles del país, se pueden conseguir "truequeando" los domingos. Y no sólo productos, sino servicios y saberes. Herreros, mecánicos, cooperativas de corte y confección, taxistas y profesores ofrecen sus servicios a la comunidad.


¿A qué precio?

"¿Precio? No, muchacho, aquí no se habla de precios," regaña Neris Pineda, mientras se afana en colocar sus mercancías en las mesas que utilizan a modo de mostrador. "Aquí hablamos de valor, los precios significan dinero y aquí el dinero no tiene nada que hacer," sentencia. Los habitantes de esta empobrecida villa agrícola se libraron del "vil metal" recurriendo María Lionza, una popular deidad mitológica que tiene su centro de peregrinación en la montaña de Sorte, a pocos kilómetros de Urachiche.

No es que la invocaran, sino que bautizaron con su nombre a la moneda comunitaria que sirve de herramienta para el trueque. Impresas con una efigie de la diosa en cartón plastificado y sellado, cada Lionza tiene un "valor equivalente" de 1.000 bolívares (0,5 dólares). Pero al no poder canjearse por dinero permanecen dentro del sistema y no tiene sentido acumularlas. "El desafío del dinero es el más complicado y a la vez el más interesante. Para romper el paradigma capitalista de que sin dinero no se puede hacer nada sólo es necesaria la práctica y un poco de ingenio, como se puede ver aquí," dijo Mayayo.

Los "prosumidores" están contentos y cambian sus productos por Lionzas a precios que aseguran no tienen competencia en la economía real porque elimina los costos del intermediario. Pero ven más allá. "Aquí nadie se va con la sensación de haberle ganado nada al otro. La gente no está por ganar," dice Neris, mientras recoge lo poco que le quedó por intercambiar. "Si esto es retroceder, si ser más humano es dar un paso atrás, pues bienvenido sea el atraso. Eso depende de la visión que tú tengas del mundo, de la vida," dice, mientras sonríe.

*Aclaro que no soy chavista ni apoyo a ninguna revolución bolivariana ya que ésta representa a mi enemigo el gobierno, solamente expongo el ejemplo de estos venezolanos como alternativa real al capitalismo.

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