Anarquia para la Humanidad

Con cada amanecer mi mente se pregunta el por qué del estilo anti – vida que se engendra actualmente en la sociedad moderna, pero que se ha venido elaborando como una polvorienta telaraña a través de los siglos, escondida detrás de las banderas del desarrollo industrial, la tecnología, religión y demás monstruos que utiliza el estado para gobernar a los débiles de pensamiento.

Y no me sorprende que en los cortos años de mi vida, mis cavilaciones siempre me han dirigido hacia una misma conclusión: el ser humano necesita liberarse de ataduras ancestrales que nos siguen día a día como una lúgubre maldición, colocándonos una etiqueta de seres condenados a la muerte eterna y a una vida en decadencia llena de dolor y males cada vez peores; haciendo así necesaria la intervención de un Estado para que reparta la justicia ciega –más ciega que justa– a diestra y siniestra.

Supuestamente tengo tatuado el estigma por el simple hecho de que los primeros seres humanos que caminaron sobre el planeta comieron algún tipo de fruto prohibido; ¡algunos vagabundos llamados teólogos desperdician sus vidas discutiendo si era una manzana o algún tipo de frijol mágico que crecía hasta las nubes! Pero a mí qué carajo me importa el menú ni los manjares que consumían las dichosas personas que vieron el primer atardecer sobre la Tierra.

Cuando nací yo no conocía del mal o el bien, simplemente debía crecer para vivir libre, feliz, para disfrutar esta vida rica y exuberante haciendo uso adecuado de la creación más grande del Universo: la razón, el pensamiento.

Pero pronto me encontré rodeado de los más extraños prejuicios, miedos y barreras mentales, en la escuela me enseñaron a refinar el mal uso de la mente, aprendí a mentir, a competir contra mis hermanos humanos, a engañar para lograr un reconocimiento de astucia fundada en el sistema capitalista consumista que se especializa en corromper y crear vividores, manipuladores a cualquier precio.

¿Por qué la sociedad no me deja crecer como un ser humano natural, aprendiendo del ejemplo sabio de la madre naturaleza, que cría centenarios árboles sanos y fuertes?

Qué diferente sería la sociedad actual si dejáramos de lado todo el sistema educacional, todo el sistema bancario, las bolsas de valores, los tratados de libre comercio, las leyes de inmigración, la recaudación de impuestos, entre ellos los diezmos y ofrendas cobrados por las diferentes “iglesias”, que no son más que corporaciones internacionales y de las peores.

La fabricación de productos innecesarios para el mejoramiento real de la vida de las personas, las guerras territoriales por fronteras que sólo existen en la imaginación de algún militar eunuco, la delincuencia generalizada que es patrocinada por el consumismo y la fabricación masiva de billetes al mejor estilo de algún estúpido juego de mesa que le da más valor a una cartera llena de papel antes que la alimentación de un niño o la vida misma del ser humano.

sí podría yo seguir escribiendo ejemplos de todas las cosas estúpidas, negativas y sin sentido que veo a mi alrededor, hasta llenar el disco duro de mi computadora; pero considero que lo importante es comunicar al ser humano que no, NO somos pecadores condenados a lagos de fuego y azufre.

Tampoco somos “animales irracionales”, –aunque algunos arácnidos y gusanos parecen tener más razón que los políticos que dirigen las naciones–, condenados a luchar por la ley de la jungla de concreto donde el que tiene más fuerza bruta, ya se llame la policía, el ejército o los sacerdotes, pero siempre el estado es quien sobrevive y es venerado como gran ejemplo a seguir para las futuras generaciones.

No tenemos por qué aceptar tal destino de auto – destrucción, que deduzco será un suicidio en masa en proporciones de catástrofe peor que el más grande de los genocidios jamás conocido, hagamos uso del órgano más poderoso de nuestro complejo y maravilloso cuerpo humano: el cerebro.

La razón nos debe indicar el camino sencillo que conduce a la felicidad, por medio de la solidaridad y cooperación mutua con nuestros hermanos humanos.

Obteniendo los grandes beneficios que genera el alimentar a un niño huérfano que ni siquiera conocemos, esto en lugar de trabajar largas jornadas para comprar un equipo reproductor de discos compactos que al final nos deja más vacíos que el interior de un bombillo.

El placer y bienestar mental que nos proporcionan el sembrar y cuidar árboles, flores y cuanta planta nos refresque la vista esto en lugar de pedir préstamos al sistema bancario con el fin de construir murallas altísimas para evitar que otra persona se lleve lo que con esclavizado trabajo hemos comprado bajo el yugo del sistema capitalista consumista.

En lugar de luchar toda una vida por alcanzar un nivel o clase social más alto, debo agotar la fuente de riqueza de esos oligárquicos vividores y usureros que se ocupan de edificar sus placeres y fortunas, sobre mis dolores y mi ruina.

En lugar de cavilar la forma más rápida de hacer una carrera exitosa en el gobierno o alguna corporación multinacional, debo derrocar el poder indebido que le da a estas instituciones el sistema capitalista por medio del gobierno y la oposición, donde esta es una tiranía en formación y aquél una tiranía de hecho.

En lugar de vivir día tras día bajo el dedo acusador de la religión debemos enterrar de una vez y para siempre a sus vírgenes y santurrones que nos condenan a la muerte eterna, que también nos masacran con interminables guerras religiosas.

Vive la vida como un ser humano racional, no pensando en hacer el bien o el mal, simplemente vive el momento actual con alegría, con optimismo y el hermoso sentimiento de preservar al ser humano como tal y todo lo que nos rodea para beneficio real del mismo.

Vive libre de las angustias y discusiones teológicas de la vida eterna, sólo da lo mejor de ti a cada ser vivo que se relaciona contigo ya sea directa o indirectamente para así obtener gozo y paz como no encontrarás en ninguna otra actividad o paraíso celestial, pues cuando morimos, Dios se encarga de sus propios asuntos; sólo Él sabe qué nos espera realmente.

Si hay un más allá como recompensa, ya llegará el día en que también lo disfrutaremos; y si después de la muerte no hay nada más... pues que nos quede la dicha de haber vivido esta corta vida al máximo, en una forma racional, aprovechando todas las oportunidades para luchar en beneficio de nuestros más importantes legados: la raza humana y la naturaleza.

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